jueves, 22 de febrero de 2007

EL OSO

EL OSO

7 años, chico, cabezón, flaco, patas chuecas, corte colegial, bototos ortopédicos, calcetines con rombos, jardinera tipo short de mezclilla con estampado de “Petete”, polera con cuello a rayas.

Envase de coca-cola de 350 c.c. desechable, redonda, de vidrio, tapa rosca (envase universal de los ochenta), después de tomar su contenido podía tener los mas insólitos usos, realmente era una petaca multiuso que podía servir como cantimplora para llevar jugo al colegio, muestras de orina al consultorio, molotov, pero donde mas la recuerdo es como envase para el aceite. En los ochenta el pueblo compraba el aceite suelto, este llegaba en grandes tambores verdes a los almacenes de barrio, de esos tambores que sirven para almacenar combustible y desperdicios tóxicos. La cosa que uno compraba según presupuesto, un octavo, $10 y “el vuelto en aceite”.

Almacén “EL RINCÓN” atendido por toda la familia, cubridor de las mas extrañas necesidades, carnicería, verdulería, amasandería, farmacia, etc... las dimensiones de este eran de acorde a los tiempos, para que quede claro donde antes este almacén existía hoy se construye un bulevar y con academia de pool.

Barrio grande entre urbano y rural, la mitad de las calles de tierra, construido por cooperativa, rodeado por un convento y parcelas agrícolas, lleno de familias nuevas, clase media, con olor a acequia.

- ...Cundo tráeme un kilo de papas, un octavo de aceite y cinco pesos de pulpa de ají.

- Pucha siempre yo... ¡manda a mi hermana!, por que tengo que ir ha comprar... ¡seré el único!, pucha...


- Perdón, TIENES ALGUN PROBLEMA.

- ... ya... pásame la plata.


- Toma la bolsa... anda.

- Pucha.


Nunca le gusto ir a comprar, pero no era cosa de voluntad, siempre vivió en su mundo. De primera impresión uno podría creer que era algo retraído “un chico Bartolo”, pelmazo, perno, “aguelao”, “pao”, cabro chico de segundo basico, distraído, bueno para cazar mosca.

Lo mandaron ha comprar a eso de las ocho y algo de la tarde en el mes de marzo, estaba oscuro, salió de malas ganas, pateando piedras, a media cuadra se le paso, otra vez se creía súper héroe, soñaba con lanzar fuego, tener un brazo biónico que se transformara en una motosierra, volar y contorsionarse como si fuera el hombre de goma. Una vez en “EL RINCÓN”:

- Don Humberto quiero un kilo de papas, cinco pesos de ají y un octavo de aceite.

- Altiro... Aniceto atiende al Cundo... (no le gustaba atender cabros weones)


Le gustaba jugar en la cortina de que separaba a los abarrotes con la carnecería, era llena de colores y lo que más impresionaba a este muchacho era que estaba echa de puras tiras de plástico que se dejaban colgar en el umbral, el solo jugaba a que era el portal que lo llevaría a otro planeta, no sabia que la real función de esta era filtrar las moscas que pululaban sobre los tomates “pasados” que en se vendían, “pura salsa casera” decía la doña para poder venderlos.

Al poner el primer pie sobre la vereda, como de costumbre, observo a su alrededor, esto lo asía para ver de que forma ocuparía la escenografia de su siguiente acto de súper héroe. Cuando llevaba tres pastelones de la acera (por que también los contaba) se detuvo y volvió su mirada atrás y vio un gran bulto negro, “que grande el perro” fue lo primero que pensó, pero al relavar su mirada se dio cuenta que realmente era un oso, “patitas para que las quiero” salió corriendo lanzo las papas , el ají y el aceite, al correr con tanta prisa destruyo sus plantillas ortopédicas, corrió hasta llegar a su casa, mientras el oso lo perseguía en zig-zag, como cual cachorro divirtiéndose con el mejor par de zapatos de su amo lo acechaba.

- MAMA... UN OSO... UN OSO, MAMA...

- ¿dónde están las papas?


- UN OSO... UN OSO... ME BIENE PERSIGUIENDO UN OSO...

- ¡TE AGUANTO QUE NO TENGAS VOLUNTAD PARA IR A COMPRAR, PERO CABROS MENTIROSO ¡¡¡ YO NO ESTOY CRIANDO!!!!


Lo tomaron de una de las patillas y en una danza forzada compartida entre madre e hijo llegaron a la reja de la casa donde estaba el oso parado en dos patas, mirando tiernamente al Cundo.

... continua...

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