viernes, 11 de septiembre de 2009

EXTRACTO DE APRENDER


Sentado pensé en bacilar y dejarme caer… no era cansancio, pudo ser el mal dormir o mis pulmones que no respiraban… no quería ponerme de pie.
Miraba los rostros y no me encontraba, cuando la somnolencia me ganaba decidí viajar… Colgado de un globo roto me puse a volar y desde lejos escuchaba una voz amarilla que cuidaba y mostraba por donde andar… desde la altura vi dos manos tomadas que se balanceaban… ellas se dieron cuenta que yo las miraba y poco a poco se ocultaron… En mi quedo el calor de ese amor digital, que a mis trece años no podía explicar solamente sentir.
Mi piel se tornaba sensible a roces y situaciones, mis juegos se transformaban en inocentes exploraciones que me revelaban a grito sordo mi próximo vivir… como un esqueleto rumbero me deje llevar por los compases de mi adolescencia, en ella aprendí a gozar y a ocultar mis emociones a gritar TE AMO sin abrir la boca, a respirar mordiendo labios… y al buen sabor que puede tener el sudor ajeno.
Aprendí a vestirme solo con mi piel, a fanfarronear, aprendí a ocultarme de mi, a ocupar mascaras, falseé recuerdos, columpie a mis neuronas… para que dejaran de trabajar…
Si me preguntan por mi debut carnal… creo que no es tan impórtate como el día después de este… mi iniciación tubo sabor lactoso a roce cavernoso de piedra joven que comenzaba a tallar en mi espíritu el amor por ser único… y lo cómodo que es expresarse. Me di cuenta que había descubierto el idioma en el cual podía transitar mi genética, donde podía reposar mi dorso soberbio.
… Ciego me dedique a navegar, mi cuerpo tuvo que ser mi vista, recorrí y memorice cada rincón urbano para no tropezar… cuando me perfeccionaba en un costroso braile me di cuenta que podía ver, que mis ojos no estaban muertos, que tan solo era la luz que afectaba a mi retina albina, los protegí tras un filtro que solo dejaba ver mi silueta ocular… pero me duraba poco, el cristal chocaba con mis pestañas.
La palabra fue mi compañera en mis precoses andanzas… en un eterno horizonte sentí como el viento golpeaba mi pecho… me hacia retroceder… un sol naranja me hizo llorar…
… Entre dos cortinas observe a mi soledad cantando un borracho bolero que desahogaba el sentir huérfano.
No lloraba nunca, pero mis lagrimales pasaban en tratamiento para la micosis cerebral… ellas caían y antes de tocar el suelo se transformaban en escamas dulces dignas del mas refinado paladar, pero terminaban siendo festín de hormigas, mi páncreas no funcionaba, me desordenaba la insulina obligándome a realizar desarreglos por los cuales mi cuerpo tenia que pagar.
Al masticar un dulce cuerpo mis dientes se soltaron y cayeron… sobre un pecho desconocido que me daba cobijo.
Con mis manos atadas tras mi espalda los tome, una vez en mi boca tuve tragármelos uno a uno… mirándolo a los ojos le pregunte ¿Por qué?